jueves, 26 de abril de 2018

Magdalena Fernández: De Mares a Estructuras Elásticas


Tras su instalación corporal “Mares” del teatro  Centro Cultural Chacao, abre Magdalena Fernández su exposición “Estructuras Elásticas”, Galería Carmen Araujo, Hacienda La Trinidad, Parque Cultural.
“Mares nace con la idea de producir un vídeo en el cual dibujar en el espacio y hablar del mar como superficie y sonido, pero a través del cuerpo como recurso mínimo.” (Magdalena Fernández).
Una noche dejé la computadora descargando las instalaciones de Magdalena, y tardó tanto que, olvidando el proceso debido a lo lento de nuestro internet, me dormí. De repente desperté por el fuerte trinar de los pájaros del amanecer, acompañados de un coro de grillos y al abrir la cortina vi que todavía era de noche; no comprendía lo que estaba pasando, y por segundos sentí que ocurría un acontecimiento telúrico paradójico. Al volver a la computadora y prenderla vi pulsares rítmicos de puntos y luego el fluir de hojas en la pantalla del monitor que armonizaban con esa sinfonía de naturaleza que rodeaba mi espacio-tiempo. Este es uno de los acontecimientos estéticos, que más me han impactado. Comprendí lo poderoso del uso poético de  la era digital. Es gratificante que en una Venezuela como la actual, asediada por la intolerancia, el fanatismo, y el uso del poder como herramienta para castrar la libertad interior, se continúe creando como lo hace Magdalena Fernández con altos niveles de excelencia y compromiso con la vida como síntesis  holística, que nos llevan a creaciones de instalaciones corporales como Mares, presentada recientemente en el teatro del Centro Cultural Chacao  y la propuesta expositiva “Espacios Elásticos” donde las leyes de la física parecerían  ser contravenidas, y las manzanas de Newton en lugar de caer de un árbol,  parecieran volar al espacio sideral. Estos son signos y evidencia de que en Venezuela se sigue creando con vigor vitalista propio de la visión femenina. Lo cual da esperanza de que todavía haya un camino de liberación que está germinando en esta pequeña Venecia.
 La integración de las artes como una realidad poética, que trascienda las barreras que imponía el modernismo se materializan en la instalación corporal “Mares” de Magdalena Fernández, trasladando al espectador a una dimensión donde el lenguaje corporal de la danza contemporánea se hace eco de una geometría oceánica que se transforma en cuerpo, palpitación, sangre, movimiento, y música coral.
La mar se materializa frente al otro, con metáforas que lo sumergen a sus océanos interiores.  Lo transportan a los orígenes de la vida, a los océanos primigenios donde de la oscuridad surgió. De igual forma, como  el negro de la indumentaria de los bailarines  y del espacio en que se integraban la multiplicidad, para  transformarse en  unidad que mutaba en símbolos corporales de reflejos de la luz sobre el agua, transparencia, destellos,  tramas geométricas como las que se muestran en los fondos marinos  al ser traspasada el agua salobre por la luz solar y dejar como testigo de esta fusión las fugaces  tramas de luz  sobre la arena, que asumen  formas insólitas: rombos, círculos, mándalas creados por el azar del cosmos, y la energía de una estrella incandescente como es el sol en torno a la cual gira nuestro planeta aproximadamente a 149 millones de kilómetros.  La concentricidad circular de las ondas que dejan los objetos al caer sobre el agua, se materializan en los 45 cuerpos, acompañados de coros oceánicos de la Fundación vocal Aequalis, metáforas sonoras de la respiración; entrelazados al dinamismo de lo curvo que se sentía como éter dinámico en las corporeidades de cada uno de los integrantes de la instalación corporal.
En Mares, se podía llegar a sentir el chispeante movimiento de la superficie marina al ser acaricida por fuertes brisas, de la cuales se hacían eco los hombros de cada uno de los cuerpos que se mostraban frente al público. Los brazos se desmaterializaban para convertirse en salinidad, en mar rugiente, pero a su vez símbolos de los cambios drásticos como son el paso de la desbocada brisa marina y el dar paso a la calma por cortos intervalos, tal como sucede en la mar por los cambios de temperatura, la gravedad y los ciclos lunares, evidenciando que en el cosmos todo esta entrelazado, como en la instalación lo estaban íntimamente los movimientos corporales con la oceánica musicalidad coral.

Asumir el reto de materializar estas dimensiones que son vitales y, urgente  a ser recuperadas por la contemporaneidad, requerían de una sensibilidad como la de Magdalena Fernández, que ha vivenciado en sí el furor y la calma de lo oceánico y de esos espacios y tiempos que rodean  nuestra cotidianidad como es el viento, el caer de las hojas y su danzar al ser atraídas por la gravedad, instantes que son acompañados de una sinfonía de vida como es el trinar de aves, y grillos que parecieran regidos por una partitura cósmica, que la artista ha sabido reflejar en el desarrollo de su lenguaje plástico; donde la revolución tecnología digital  y sus medios se despojan de su frialdad para convertirse en dimensión estética que transforma al hacer humano, en una realidad trascendente y de comunión con el universo. En cada una de estas instalaciones, la artista ha utilizado la percepción de espacio- tiempo donde el ser se integra a su entorno, tal como las civilizaciones y sociedades tradicionales que existen y existieron acobijadas por él. Provocando en el otro, cambios en su percepción y vivencia de la realidad.   
Eduardo Planchart Lice
 Foto: Raquel Cartaya

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